Más de mil personas sufren un ataque cerebrovascular al año en Ñuble

lunes, 30 de octubre de 2017

Se estima que por cada minuto sin recibir tratamiento médico, mueren cerca de 2 millones de neuronas, por ello, la consulta precoz es vital para un mejor pronóstico.

Detectar a tiempo el ataque cerebrovascular puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, sin embargo, según estadísticas del Ministerio de Salud, un 87% de la población adulta chilena no es capaz de reconocer ninguno de sus síntomas, lo que genera que consulten tardíamente y por ende, disminuye las probabilidades de tener un buen pronóstico.

Por ello, y en el marco de la conmemoración del Día Mundial del Ataque Cerebrovascular (ACV), profesionales del Servicio de Salud Ñuble llamaron a la comunidad a conocer los signos a los que debe estar alerta.

“No poder sonreír de manera simétrica, la imposibilidad repentina de hablar y ser incapaz de levantar ambos brazos al mismo tiempo hacia el frente, son las principales señales de que está ocurriendo un ataque cerebrovascular. Se trata de una situación de urgencia vital donde consultar y acceder a tratamiento oportunamente puede establecer la diferencia en el pronóstico de salud y de las secuelas derivadas del daño cerebral”,  explicó el director del Servicio de Salud Ñuble, doctor Iván Paul Espinoza.

Es importante que las personas reconozcan estos síntomas y acudan de inmediato al servicio de urgencia más cercano. Sobre todo teniendo en cuenta la realidad epidemiológica de Ñuble, que durante 2016 registró 1.125 casos.

Iván Paul añadió que “el tiempo es crítico, ya que se estima que por cada minuto mueren dos millones de neuronas y porque además, las acciones destinadas a preservar la integridad del tejido cerebral que aún no presenta daño irreversible deben ser instauradas durante las primeras 4,5 horas post evento, especialmente en el caso de la trombolisis”.

Se calcula que en el país anualmente fallecen 9 mil personas por esta patología, lo que se traduce en que a diario mueren 28 chilenos por un ACV, además es la primera causa de discapacidad.

Considerando su alta prevalencia, el ataque cerebrovascular isquémico es una de las 80 enfermedades cubierta por el GES.

La importancia de la rehabilitación

Esta patología es un gran generador de discapacidad, tanto física como cognitiva. De la población que sufre ACV, se estima que un 15 a 30% resulta con un deterioro funcional severo a largo plazo, lo que implica un alto grado de dependencia de terceros, indicó Andrea Muñoz, Kinesióloga Asesora del Departamento de Redes Asistenciales de la institución.

En esa línea, la profesional agregó que “es fundamental que las personas accedan a rehabilitación, que también está garantizada por el GES. Para ello, el Servicio de Salud cuenta con salas rehabilitación, en toda la red asistencial, es decir, en los Centros de Salud Familiar en los Hospitales Comunitarios de Salud Familiar, además de los Servicios de Rehabilitación de los Hospitales de San Carlos y Clínico Herminda Martín de Chillán”.

“Justamente, una de las principales patologías que ingresan a estas salas son los daños neurológicos originados por el ataque cerebrovascular. Por ello, el trabajo que se realiza en estas salas prioriza al usuario como a sus familias, entendiendo que el tratamiento no sólo es responsabilidad del equipo de salud, sino que de la familia y la comunidad, ya que el objetivo es que la persona pueda insertarse en su entorno. Pero además se educa para evitar que este cuadro vuelva a ocurrir, y para prevenir es fundamental tener un estilo de vida saludable”, añadió la kinesióloga.

Además existen equipos de rehabilitación que se dirigen a la casa de los usuarios a realizar distintas actividades, sobre todo de aquellos/as que no pueden dirigirse al centro de salud, o que viven en lugares más apartados; principalmente en sectores rurales de Ñuble.

Superar un Ataque Cerebrovascular

A sus 59 años, don Héctor de la Fuente, es un sobreviviente de dos ataques cerebrosvasculares; el primero de ellos ocurrió hace aproximadamente 5 años: “comencé a sentir que perdía la fuerza, pero no le tomé asunto, hasta que caí al suelo y como pude llamé a mi hijo. Llegué al hospital, me dijeron que era un ataque cerebral y me explicaron que se debía entre otras cosas al tabaquismo”, recuerda este vecino de San Carlos, quien ingresó al programa de rehabilitación.

Según relata Héctor: “mi pie derecho tenía poca fuerza, por lo que venía al kinesiólogo todos los días, pero al año siguiente volví a sufrir un ataque y quedé peor que la primera vez; tenía que andar en silla de ruedas, después me pasaron un burrito, hasta que pude  caminar bien. Para mí fue muy importante acceder a rehabilitación, recuerdo que tenía que pedalear, andar en la trotadora y creo que eso me permite estar hoy paradito y trabajando, que es fundamental”, finalizó don Héctor, quien hoy se desempeña como auxiliar de pabellón en el Hospital de San Carlos.

Factores de riesgo

La presión arterial elevada, el consumo de tabaco, la diabetes, el colesterol elevado, la obesidad y el antecedente de fibrilación auricular son uno de los principales factores de riesgo, así como también tener una edad avanzada o antecedentes familiares de ataque cerebral.

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